Con él me subí por primera vez a un bus de transporte público (debo haber tenido 5 o 6 años) y ese mismo día me llevó al cine San Isidro con su enamorada de aquella época. Vimos una película de un ratón orejón con sombrero. No me acuerdo el nombre, pero siempre me dio nostalgia acordarme de aquella primera película en mi primera salida al cine y, claro, del ratoncito sufrido.
El retoño de mi hermano, ¡es mi ahijado! |
Me acuerdo cuando lo visitaba, junto a mi viejita, en su taller de la PUCP. Olía a químicos, había muchas pinturas por todos lados y creo que un par de banquitos en donde sentarse. También tenía un pequeño tallercito en la casa de Santa Catalina al que yo entraba a husmear, a robarme pinceles sin que se diera cuenta y alguna que otra pintura con la que garabateaba; cuando me enteré de lo caros que eran sus materiales, nunca más toqué nada sin permiso.
No siempre estaba en casa, salía mucho, era más grande que yo, pero en Navidad siempre tenía un detalle para mí, para su hermanita; una vez me regaló un anillo de plata, hermoso, que me quedó a la perfección en mi dedo medio (cosa súper difícil porque tengo dedos de olluco), pero lo perdí en Colombia hace un par de años y cada vez que pienso en eso, me da mucha cólera por lo despistada que puedo ser y porque sé que me lo compró con todo el amor del mundo.
Sus últimas obras están inspiradas en la Amazonia |
Lo he admirado siempre y no por lo que hace, sino por cómo lo hace. Es una de las personas más persistentes que conozco y así muchas veces no le vaya bien en su negocio como artista, no se rinde, no le da tregua; él sigue adelante buscando la manera de que la gente lo valore y también a su trabajo. Yo creo que otro, en su lugar, hubiera mandado todo al diablo y se hubiera dedicado a otra cosa. Una vez le dije "¿Por qué no te dedicas al diseño gráfico? ¡Eso da más plata!", y él me respondió "No, porque sino hubiera estudiado eso. A mí me gusta lo que hago".
No nos vemos mucho; yo también crecí y ahora los dos tenemos agendas complicadas, pero cada vez que escucho El último de la fila, no puedo evitar sonreír, pensar en lo esencialmente bueno que es y recordarlo con su zampoña, cuando tocaba los acordes de Llanto de pasión con una perfección única que me ponía la piel de gallina. Hoy es su cumpleaños y tampoco estoy segura de si lo veré, o si quizá será mañana, pero mi hermano de "sangre completa" (y qué feliz fui cuando me enteré de que no era solo miti-miti) sabe que lo quiero, hasta el infinito y más allá.
¡Eres mi artista favorito, hermanito!
Ahora ya sabes quién pintó el mural del Dragón de Barranco; ¡sí, mi hermano! |