29.8.08

Euforia personal

Qué gracioso puede ser mi estado de ánimo. He estado tranquila y contenta todo el día en la oficina, como casi siempre, pero hace cinco minutos recibí una llamada teléfonica de Ro. Lo llamé yo primero a su oficina, pero aún no regresaba de almorzar...

Conversamos un par de minutitos y fueron suficientes para pararme de mi escritorio, ni bien terminé de hablar con él, y correr al de Pao para contarle lo que habíamos conversado, que no era ¡ASU! la gran cosa, pero me hizo sentir súper feliz. Obviamente Pao se dio cuenta de mi euforia personal y soltó la carcajada...

Es por eso que me parecen tan graciosos mis cambios de ánimo (o, sea, tampoco es que sea bipolar, no alucinen...): de lo normal, pasé, en 120 segundos, a la felicidad y euforia total... Ja, ja, ja... qué rara que soy a veces... aunque debo admitir que me encanta ser así (y que me encantas tú...)... y que no me cambiaría por nada de este mundo (y a ti tampoco, horroroso...).

Muero por que sean las 8:30 p.m. para verte. Usaré mis poderes para que caiga la noche... Wiiiwiiiiii....

Nota: modifiqué un tantito la boca de la chiquita en B&W, para q se vea más real a mis estados de ánimo de hoy... ¿será que cometí pecado?... El original no me cuadraba, peeee...

27.8.08

Bye Bye, agosto


Se va el mes de agosto… De hecho ya todos no dimos cuenta de eso y de que también hace un frío de michi. Muchos siempre tendemos a decir “este mes me fue de puta madre” o “este mes fue una porquería y gracias a Dios que ya se acaba”. En mi caso el mes de agosto fue un buen mes, si hacemos un balance objetivo.

Desde hace varios meses, Ro y yo veníamos diciendo que en agosto cambiaríamos de vida: dejaríamos de fumar, haríamos deporte y comeríamos más sano. Claro, definitivamente aún no hacemos deporte (¡¡qué flojera levantarse más temprano solo para correr!!) y ya dejamos de fumar hace casi tres meses… pero varias cosillas cambiaron desde el primer lunes de este mes que ya nos deja.

Conseguí trabajo, algo que realmente me satisface, porque, por enésima vez en mi vida, consigo una chamba por mis propios medios, sin recomendaciones ni varas ni nada de eso. Además, es mi primera chamba como profesional y realmente no me tardé mucho en encontrarla (aunque me paguen casi nada…) y, por suerte, la gente es súper buena onda y después de dos semanas de conocernos ya estamos planeando nuestra primera chupística whiskera para este fin de semana.

También cambié mi manera de comer sin privarme de las cositas ricas que me gustan y ya perdí varios kilitos, lo que me hace sentir súper bien y feliz conmigo misma por los logros que voy teniendo con este nuevo “régimen”. Las dietas han sido parte de mi vida por los últimos 10 años. Mi madre siempre ha vivido obsesionada con que baje de peso y estoy convencida de que sería capaz de vender su alma al mismísimo diablo con tal de verme flaca (¿?). Pero ahora mi pérdida de peso no me trae depresiones ni ansiedad; le doy a mi cuerpito su respectiva dosis de rica comidita diaria.

Siento otros cambios, igualmente, pero a nivel emocional: me siento más grande, más madura. No sé, tal vez sea solo mi percepción y nadie más lo note y hasta me tilden de loca por tener alucinaciones surrealistas, pero de veritas que siento un cambio en mí y para bien, y creo que esto tiene relación directa con el nuevo negocio que Ro y yo hemos empezado. Aún no tenemos muchos resultados, pero confío en que el tiempo hará lo suyo.

Tengo una creencia, que no sé bien de dónde vino ni cuándo apareció en mí, pero muchas veces funciona. Siento que uno puede crear su destino por el poder de sus propias palabras… Yo estuve tratando de cambiarlo diciendo lo nuevo que quería para mí cada día que pasaba y sí que uno lo puede llegar a transformar… Qué cumplidora mi boquita de caramelo...

21.8.08

Los viejos verdes


Siempre he escuchado esta frasecita: de mi mamá, de amigas, en la tele, en reuniones... La verdad, nunca supe a ciencia cierta qué significa; ¿por qué "verde"? ¿de dónde viene el término? ¿quién lo inventó? Consultando Google encontré un blog que justo dilucida mi duda. Interesante lo que dicen respecto a este par de palabritas: “Viejo verde llaman al que mantiene o ejecuta algunos modelos y acciones de joven...".

Hoy por hoy, creo que esta acepción se tergiversa un poquito y la usamos para cuando queremos hablar de algún viejito mañosón, de esos que te miran y te desnudan en segundos y que alucinan, en su mente cochina, que uno va a atracar con ellos. Pobres ilusos...

Pues hay uno de esos frente a mí. De hecho no es tan mañoso ni tan faltoso como para denunciarlo por acoso sexual. Es un compañero de trabajo que tiene su escritorio en frente del mío, o sea, los dos compartimos uno de esos escritorios que tienen "derecho y revés" (sorry, a veces me expreso muuuy mal...).

Quise escribir este post, porque hace un rato Pepito me cogió la mano y me dio un beso. A esto yo le respondí "Pepito, te recuerdo que yo soy una mujer comprometida, casada, oleada y sacramentada". "Yo también", me respondió él. ¡Carajo! "Pepe, yo soy una niña para usted y usted, con sus canas, me dice lo contrario". "Estas canas son ganas". ¡Mierda, solo le faltó terminar con un "mamaciiiiita"! Ja, ja, ja.

Obvio que todo es en buena onda. Por mi parte, no lo considero como una falta de respeto, pero de hecho nunca me había pasado encontrarme con uno de esos llamados, muy popularmente, como "viejitos verdes". Y para que quede claro lo que pienso, me acabo de parar de mi escritorio solo para decirle eso: "¡eres un viejo verde!"

20.8.08

“¡Quiero mi vulva!”








Ayer fue a visitarme a la casa una buena amiga de antaño. Conversamos hasta que no nos quedó más babita en la boca. Típicas conversaciones de mujeres que no se ven en tiempo: chismes, novedades, confidencias, actualizaciones de vida, etc., etc...

De pronto, no sé cómo, Chimi me dice “¡Quiero mi vulva!”. Lo que yo atiné a hacer fue soltar una súper carcajada y no porque me da vergüenza hablar de este tipo de temas, sino porque mi amiga –a quien yo creía bien mujercita- me decía que quería una vulva. ¿¿¿¿O sea…???? Cosa extraña.

Obviamente le pregunté de qué rayos estaba hablando y para qué corchos quería una vulva. Me comentó sobre un peluche que tiene aquella forma y de pronto recordé que había visto uno de esos en el programa de Alessandra Rampolla (programa que trato de no perderme, dicho sea de paso).

Me la imaginé a ella echada en su cama, viendo tele y abrazando su vulva de peluche. “¡Alucina qué te diría tu mamá!”, le dije. “¿Qué haces hijita?” “Abrazando mi vulva, mami…”. ¡Ja, ja, ja! Las dos soltamos la carcajada, pero, para que no me siga burlando, me explicó que sería bueno que nosotras, las mujeres, conociéramos más nuestro cuerpo y es por eso que ahora venden peluches en formita de vulvas llamadas Vulva Puppet. Según he visto, las hay de diferentes colores, como para que cada uno la tenga en su color favorito y, además, el material es súper suaveciiiitooo.

Yo pensaba que ese instrumento tan original (¿?) era para que los hombres “jueguen” a que nos tienen cuando están solitos, pero me vengo a enterar de que también sirve como material educativo personal y de masas. Incluso se puede usar como para explicarles a los niños las partes genitales femeninas y despejar dudas, así como lo dicen en una web que encontré paraenterarme más de la cuestión (¡Shé conshente, pe! Hay que informarse…). Chimi, pues, la quiere, dice ella, para “conocerse mejor”. Yo, la verdad, prefiero aprender “en vivo y en directo”, pero no dudo de que sea un buen material para aprender –y que aprendan- un poquito más sobre nosotras, las bellas féminas.

El milagroso aparatito es bien famosito, según parece. Aquí un videito de su aparición en el programa de Tyra Banks, en E.E.U.U.



19.8.08

Para el recuerdo... los veintiuno...


Recorrí el baúl de los recuerdos el domingo que pasó, o, mejor dicho, “la caja” de los recuerdos… Yo me sentía medio mal de la panza, Ro andaba cocinando y me entró la locura por ver qué cosas había dentro de la caja que estaba hace siete meses debajo de mi humilde silloncito.

Encontré peluches, papelitos de carta, lapiceros y lápices a montones, cartas, monederos (vacíos… dammit!), cartucheras y un sobre con cuatro fotos: una de mi papá cuando era chiquito; otra de uno de los grupos de amigos que tuve hace un tiempo; había una de mi mejor amiga sonriendo a la cámara y con las pantuflas de tigre puestas; la última era una mía en la playa.

Siempre me gustó esta foto y al verla recordé uno de los mejores veranos que tuve. Me la tomó Yas en una noche que pasamos en San Bartolo en casa de Jazmín, una buena amiga de colegio. Tenía 21 años y me sentía tan dueña de la noche como de ese bikini que finalmente logré ponerme dejando de lado la vergüenza… La gordita en bikini había pasado del “qué roche, qué dirán si me ven así” al “a mí qué chucha me importa la gente” en tan solo cuestión de semanas. Para mí, ese resultó un logro inmenso de madurez absoluta veintiún-añera.

Recordé también lo bueno que fue pasar momentos con ellas; los más difíciles y los mejores de mi vida se llenaban aún más de anécdotas con sus ocurrencias y consejos. La bendita foto me hizo extrañarlas por completo: las salidas, los chismes, los cafés y las tardes de verano cuando aún éramos amas y señoras de nuestros tiempos libres de etapa universitaria.

Volteé la foto (por eso de que, tal vez, hay algo escrito o un bichito aplastado…) y me encontré con una dedicatoria. Era de Yas. Me hizo añorar aún más esas épocas que parecían eternas… pero sobre todo me hizo pensar en lo que había puesto con su lapicerito azul y que, efectivamente, tenía razón, porque ahora sé que valgo lo mucho que puede valer el hecho de tener la capacidad de ver la infinidad de la noche.

Se la enseñé a Ro. “Qué tal cara de chibola!”, me dijo… La cagada… Cómo envejecí en tres años... Hoy la traje a la oficina y la pegué en el corcho que tengo al lado de mi escritorio para verla, pero no para querer remontarme a ese tiempo, sino para recordar. Simplemente para recordar los veintiuno.

Gracias por la foto, Yas, y por los buenos recuerdos. Siempre.




15.8.08

Me enamoré de ti... ¿y qué?

Llegaste a mí y un viernes 15 como hoy (pero más calurosito) me hiciste la mujer más feliz del mundo, despejaste mis miedos, mis dudas, mis penas y me hiciste sonreír como hacía muchísimo tiempo no lo hacía. ¿Qué es lo que realmente tienes que me haces volar con tan solo una sonrisa…? ¿...que me haces olvidar que estoy molesta con tan solo una mirada…?

Todas las coincidencias que encontrábamos en nuestas conversaciones hacían que nuestros ojos se abrieran de la sorpresa (más los míos que los tuyos, ¿verdad, chinito?) y hasta nos parecía mentira que los dos tuvieramos tantas cosas en común. Todo fue tan rápido, tan raro... Una semana de conocernos fue suficiente para saber que queríamos compartir algo más que esos pequeños momentos juntos.

¿Te acuerdas que me caí horrible al subir las escaleras de mi edificio? ¡¡Yo no quería ni mirarte de la vergüenza!! Era la tercera vez que te veía y me ayudaste a levantarme y me curaste (con una botella de agua helada... jajaja) y eso sigue hasta el día de hoy, pero con heridas un tanto más profundas y ese es uno de los motivos que hace que me enamore aún más de ti y que cada día pueda decir y sentir que te amo más que ayer.

Gracias por estos seis meses, increíbles seis meses a tu lado. Gracias por las alegrías, las risas, las flores, las lágrimas, las interminables noches de conversaciones, los besos, los vinos, las salidas, los bailes, las peleas, las cosquillas, los amaneceres a tu lado, las tardes de fútbol, las comilonas, los consejos, las enseñanzas, el apoyo incondicional, las caricias, las marmoteadas de fin de semana, los postres, la fortaleza, las sorpresas, los almuerzos y cenas, los engreimientos… podría seguir y seguir, pero me voy a reservar algunas cosillas para mí.

¡Te amo!
¡Felices seis primeros meses!

(El título del post y el videito van, porque, así sea cumbiambeando, nos la cantamos hace seis mesesitos...)





14.8.08

364 días después

Aún recuerdo la tierra temblando debajo mío como nunca antes la había sentido. Las caras, el terror que se vivía en la calle, la falta de comunicación telefónica y el olor a desesperación que se respiraba en el ambiente. Lo único que yo quería en ese momento era llegar a mi casa y ver a mi hermana y a mi sobrina; ambas un par de desesperadas por cualquier movimiento telúrico, por más pequeño que fuera...

Cuando llegué a mi casa, obviamente vi a mi hermana asustada, aterrada... Yo más me preocupé por Belén, mi sobrina que en ese entonces tenía 7 añitos. Traté de explicarle a grandes rasgos por qué había pasado el terremoto; las dos experimentábamos esto por primera vez, pero de hecho el susto era completamente diferente en tía y sobrina.

Prendí la tele para ver dónde había sido el epicentro y me aterré aún más cuando escuché que decían que este había sido en Chincha, porque el hermano del chico con el que estaba (y no, a la vez) por esos días trabajaba en Pisco. Se barajaban varias versiones en los noticieros, cada uno daba información distinta y creaban más confusión entre todos.

Cuando al fin se supo -con un 80% de seguridad- dónde había sido el epicentro [Pisco] y de cuántos grados había sido el terremoto [7.9 esclala de Richter], realmente me sorprendí, pero no fue mayor mi sorpresa hasta que finalmente los canales empezaron a transmitir imágenes de Pisco. Habíamos podido ver siempre imágenes así de terremotos y catástrofes en otras partes del mundo, pero en nuestro país no había ocurrido desde los setentas.

Los noticieros mostraron esa noche y los días siguientes las terribles imágenes de un Pisco destruido: gente buscando a sus familiares, personas trasladando muertos a la Plaza Central, rescatistas removiendo escombros y un Presidente que prometía un 200% de ayuda para las víctimas del sur.

Mañana se cumple exactamente un año desde que el devastador terremoto azotó Perú. Hace un año que los pisqueños esperan de manera desesperada que el Gobierno los ayude para poder empezar con la reconstrucción de sus viviendas, totalmente destruidas por no ser de material noble. Hace un año que existen decenas de familias completas que viven en carpas a la intemperie. Hace un año que hay gente haciedo cola en las oficinas del Banmat para cobrar sus bonos de 6 000 soles (Asu... Cuántoooo!!!) que les prometió el gobierno...

Sabemos que ha pasado un año, sabemos que estamos en un país en vías de desarrollo y sabemos, además, que no contamos con toda la cantidad de dinero que podría tener un país del primer mundo para utilizarlo en la recontrucción del mismo. Pero lo que no sé (y tampoco entiendo) es por qué todavía están esas familias viviendo en carpas sin acceso a agua potable ni desagüe, viviendo en condiciones infrahumanas y esperando, no sé si en vano, la ayuda del Gobierno...

De hecho la ayuda ha llegado, desde dentro y desde fuera del país, pero no se ha sentido, ni siquiera, a un 50%, porque, según dicen fuentes del Estado, la recontrucción podría durar hasta 10 años (10 años???!!! Qué locura!!!). Algo de esto comentó el Ministro de Vivienda, Enrique Cornejo: "Después de la emergencia no viene la reconstrucción. Creo que ha faltado comunicarlo así desde un principio. Como autocrítica, creo que nos faltó explicarle a la población que después de una emergencia sigue un proceso de transición que prepara la reconstrucción. Eso ocurre en cualquier parte del mundo (Fuente: Perú21)". Y cuánto va a durar el proceso de transición, Sr. Ministro???

Para recordar...
Post terremoto en cifras (Fuente: Perú21) :
  • 595 muertos y 319 afectados fue el saldo del terremoto del 15 de agosto de 2007.
  • 1 123 millones de soles ha invertido el Gobierno en el Sur.
  • 9 700 títulos de propiedad han sido entregados en toda la zona afectada.
  • 18 colegios están en proceso de reconstrucción.
Si quieres ver más fotos visita la exposición "Cuando pase el temblor" de Ana Cecilia Gonzales Vigil en la Galería El Ojo Ajeno [28 de julio 815. Miraflores]. La fotógrafa ha capturado imágenes de Pisco, Chincha y Cañete durante todo el año. Muy recomendada.

5.8.08

Adiós tacones...


Acabo de empezar una -digamos- nueva etapa: despertarme cuando aún no aclara el día, bañarme tiritando de frío, desayunar (yumi!), alistarme, maquillarme en el micro… Nunca le corrí al trabajo y menos ahora, porque, en realidad, es el primero que tengo después de terminar mi carrera y, oficialmente, como profesional.

Me gusta, sí, pero de hecho debo admitir que hoy me aburrí un poco (solo un tantito…). Ahorita son las 4:45 de la tarde y está por acabar el día, y sentada en mi escritorio (lo siento, me gusta decir eso) solo sueño con quitarme los tacones y caminar descalza. Simplemente descalza.

Qué rico primer día de trabajo… (y lo digo en serio, incrédulos)…