29.4.08

Hoy te extrañé

Hoy fue un día jodido para mí; una mezcla de sensaciones y situaciones tediosas para cualquiera. Son exactamente 8:40 de la noche y sentí la imperiosa necesidad de escribir. Si bien puedo publicar esta entrada en algún sitio del espectro radio electrónico, o algo así, pude haberlo hecho en mi diario, mi agenda, mi cuaderno o en cualquier lugar en donde pudiera plasmar lo que siento, o sentí, el día de hoy.

Empezando desde temprano -un lunes por la mañana- descubrí que le habían robado a la señora que vive exactamente frente a mi humilde morada en el edificio donde vivo. Un “¡Señorita!” me dio la alerta y con el poco tiempo que tenía para pararme ahí en las escaleras y conversar con ella, me dijo que el jueves le habían robado sus cosas nada más y nada menos que a la una de la soleada tarde. “Carajo...” pensé mientras tú me exigías imperiosamente que me mude, por mi seguridad, claro está.

Seguimos el camino hasta la Javier Prado (maldición, odio caminar tanto tan temprano, pero es mejor de esta manera, supongo...) y subimos al primer micro que encontramos sin importarnos si hubiera asientos libres para nosotros o no. De igual modo, a esa hora casi nunca logramos sentarnos o, bueno, que tú te sientes, porque te has dado cuenta de que yo tengo la increíble capacidad de encontrar un lugar desocupado –o por desocuparse- en cualquier lugar al que vaya.

En fin, el trayecto a mí se me hizo largo, a ti no como de costumbre. Con un simple toque en el brazo me avisaste que debías bajarte del micro y te dije un “chau” tan entrecortado que ni idea tengo de si lo escuchaste o no. Para variar, yo me quedé pensando en lo que había pasado y en las decisiones que tomaría respecto a los “amantes de lo ajeno” que estaban pululando mi hogar –o por lo menos, eso pensaba yo a esa hora del día.

Llegué a la universidad y logré escribirte un mail para decirte algunas cosas que pasaban por mi mente y, sin embargo, te extrañaba en cada palabra que conseguía tipear en el Z. No recuerdo haber dicho nada malo. Una persona muy importante para mí, dicho sea de paso, me enseñó a no hacer sentir mal a las personas y mucho menos cuando las quieres por sobre manera. En realidad, esa enseñanza la trato de seguir siempre. O casi siempre. Te mandé ese mail sin esperar respuesta alguna y cerré sesión.

Al llegar a la isla de edición me encontré con que nadie, excepto mi jefe de práctica, había llegado. ¡Nuevamente, maldición! ¿¿Por qué?? ¿¿Por qué tengo que empezar la semana con tanta huevada encima?? Pues me senté de brazos cruzados esperando la llegada de la gente para empezar a hacer mi trabajo (odio depender de los demás para hacer mis cosas). Seguía pensando en lo de la mañana y en mi lunes tan jodido... Sin embargo, te extrañaba...

Llegó la gente, hice mi chamba, me peleé con algunos, me disculpé con otros... Siempre existen personas con las que te vas a llevar mal, no sé por qué. ¿Serán vainas del ser humano? ¿Conflictos internos? Qué se yo. El punto es que ya eran casi las dos de la tarde y tenía ganas de correr y correr más lejos aún, pero me sentía imposibilitada. Tampoco sé por qué. Maldición.

Ya en la tardecita logré comunicarme contigo, logré decirte que te extrañaba, logré sentirme tranquila nuevamente, pero no me duró por mucho tiempo... Creo que ahora, sentada en la compu de mi casa, me puedo poner a pensar que hay muchas cosas que a todos nos pasan, ya sean buenas o malas (tanto como para hacernos sentir la última rueda del coche, como diría mi mamá.), pero no por esto debemos desmoronarnos. Mi día está por acabarse. La semana no. Tengo y NECESITO aprender a pensar que el inicio de algo no es necesariamente la continuidad de lo que viene, sino que a veces es simplemente algo que empieza y acaba, y se convierte en una puerta para algo realmente bueno. Quiero y NECESITO que esta semana sea genial. Sé que voy a poder lograrlo. Por mí, por ti y por el bien de la humanidad (por lo general no es bueno que Malena esté molesta).

Quería escribir. Como dije al principio sentí la imperiosa necesidad de escribir. Tal vez para desahogarme, tal vez solo por que sí. Solo quiero decirte que hoy, a pesar de todo lo que sentí y pensé, te extrañé. Aún a esta hora lo hago y bien sabes tú por qué... Simplemente te extraño...

(Gracias por la llamada que acabas de hacerme y por ese “ofrecimiento”... qué más quisiera yo, pero no se puede. Hoy no.)

(Una lágrima. Tampoco me explico por qué.)

(Hasta el miércoles.)

9:16 p.m.


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