8.3.12

Yo amo a mi papi


No me creen cuando les cuento su edad, porque este viejito es recontra Polystel y pillo como él solo, por eso mantiene su juventud a flor de piel, con sus canas bien puestas. No te equivoques, no está en sus cincuentas ni sesentas, pero siempre lo parece.

Dicen que soy su mini-me y no puedo estar más contenta por ello (y, sí, parece que las muecas también vinieron en el paquete de herencia). Este señor ya tiene en su haber 77 veranos y no se asusta, así como no se asustaba cuando iba a toda velocidad en su bicicleta por el velódromo de Lima hace más de 50 años, o al seguir pedaleando los domingos por la Costa Verde.

Con él siempre puedo conversar, no se sorprende de mis palomilladas, ni siquiera de cuando le contaba de mis chupetas en los parques de Surco hasta el amanecer; él se caga de la risa y solo me dice que tenga cuidado de una manera amorosa, nunca me grita, nunca se molesta. Siempre me abraza y camina de la mano conmigo por la calle, como si fuera mi chico, porque claro, él es mi primer amor.

Cómplices de tenedor también somos, porque tenemos un filo bravo y él tiene la suerte de poder comer de todo, lo que se le antoje. ¿Sus favoritos? Los dulces, debido a que nosotros, en nuestras vidas pasadas, fuimos grandes hormigas hambrientas de azúcar. Un heladito, una tortita o su clásica mazamorrita; a todo nos apuntamos con cuchara en mano y siempre me da un poquito de su porción en la boca, como cuando era chiquita.

Y hablando de aquella época, me acuerdo de las veces en las que íbamos juntos a ver las bicicleteadas en la Vía Expresa o a los avioncitos a control remoto en Villa. De lunes a viernes me llevaba tempranito al cole y no vacilaba en meterme el dedo a la boca cada vez que bostezaba en el carro, y tenía siempre a la mano varias moneditas para mí y mis galletitas del recreo.

Un artista de pura cepa, y no solo artista, también contador, pintor, gasfitero, electricista, zapatero, técnico relojero, experto en sudokus y demás; todo lo arregla con un poco de ingenio y mucho pegamento. También bailarín, tanto así que recuerdo haber bailado hasta Thriller y Private Idaho de los B-52's hace un par de años con él. También por ahí algún valsecito en cierta reunión familiar...

Muchos quisieran tener a mi viejito como suyo, pero es mío (jojolete), mío como esos dos besitos que me dejó en la contestadora de mi celular ayer, cuando no le contesté la llamada. Ay, ¡cómo amo a mi papi!

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